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Channel: BULTACO - FANTIC MOTOR / BUILT TO GO
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Impalada 2015 (II)

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Después haber preparado las motos con Nacho, por fin se acercaba el fin de semana esperado. Ya me había acercado a algún evento Montesista en años anteriores, pero sin participar. Se que este acercamiento a la marca rival produce algunas esperanzas e ilusiones en gente de mi entorno, de que recapacite y entre en razón, lo que agradezco ...... pero que le vamos a hacer, esto es algo de sentimiento, como lo del equipo de fútbol (yo no soy muy futbolero), es para siempre y no doy pistas sobre mis simpatías balompédicas porque si lo sumo a lo de Bultaco, entonces si que no paso por ojo de la aguja ni de broma.
Me gustan las motos, dicho sea sin la histérica entonación del comentarista de Moto GP, y no tengo ningún reparo en reconocer que la Impala es una gran moto, con unas señas de identidad muy fuertes, que trascienden a la propia marca (y no lo digo con segundas). También ha formado durante un tiempo parte de mi vida, cuando a mediados de los setenta tuve una 175 Sport durante un par de años, durante los cuales la usaba tanto a diario como para hacer salidas. Si a eso añadimos que tengo unos cuantos amigos motoristas, que bastantes de ellos son montesistas y que unos cuantos iban a participar, la Impalada resultaba un cóctel irresistible.
El jueves recogí la documentación de la salida, número, camisetas, etc y aprovechando la oferta del MCI ... me hice socio para 2015, lo que dio lugar a otra entrega de adhesivos, camisetas, insignia, revista, ... (preu per preu).
Y pude comprobar lleno de satisfacción que la moto que aparece en los carnets del Moto Club es nada menos que la máquina que me ha dejado Nacho para esta ocasión, la cual pasó por una sesión de estudio fotográfico cual modelo de pasarela.

Mientras nosotros esperábamos tranquilamente las horas restantes hasta el sábado, dos buenos amigos y mejores personas como José Mª y Julián ya llevaban haciendo su particular Impalada, que empezó 600 km antes que el resto, eso es afición y lo demás son tonterías. Vale la pena leer su relato.

Finalmente lo que eran negros presagios climatológicos no se cumplieron y amaneció un fantástico día. Disfruté como siempre desde hace más de 45 años, de un momento especial para mi: vestirme para “ir” en moto, que no tiene que ver exactamente con el equipo que me ponga, ni con el uso habitual de aquella durante la semana; es saber que ese día solo voy a estar concentrado en pilotar, en conducir la moto. La flamante Texas arrancó a la segunda patada y puse rumbo a Barcelona.
Llegar a Balmes/Travesera donde habíamos quedado con Julián, José Mª, Pepe y Nacho era comenzar la Impalada, nos saludamos, conocí a Pepe, y mientras poníamos las motos en marcha, me empezó a entrar un pequeño mareo, acaloramiento y pensé: NO, NO, NO puede ser, llevamos preparando un mes la Impalada y ahora resulta que quien se está averiando soy yo. Los veo partir Balmes abajo y yo cada vez peor, pensé: arranca y ya se te pasará. Apenas recorridos 50 m. al llegar al Pasaje Arcadia, tengo que parar, me subo a la acera y dejo medio desayuno en un alcorque. Creo que vi a Pepe dar la vuelta y en seguida vino a mi lado. Al cabo de un par de minutos, volvemos a ponernos en marcha. Llegamos finalmente a Pza. España, subimos por Guardia Urbana y antes de la Técnica (¿os acordáis?) giramos hacia la derecha.

Eugeni

Ya hay unas cuantas Impalas y caras conocidas. Saludo a Jose Mª J, a Juan R y Marco de Lybica Classiques (a este último no lo conocía personalmente), Jordi D (el maestro restaurador que está haciendo ¡3 Texas a la vez¡, increíble), Eugeni, Vicente G y Luis GV a quienes no veía hace como 25 años y que fueron de los pioneros en hacer Trial en Premiá, Joan R (vecino de Jordi y mío e Impalero desconocido para mi). 
Marco y Joan
Me pongo a hablar con Ernest, y de repente otra vez lo mismo que antes, ahora me tengo que sentar y dejo en el parterre la otra mitad del desayuno. En esto aparecen Vicente G y Juan R, ambos cirujanos, me hacen estirar y levantar las piernas para mejorar el riego sanguíneo. A veces no hace falta un espejo para saber que cara haces, basta con mirar a los que tienes delante y yo debía hacer mala cara, vamos que debía estar blanco. A todo esto, el resto de amigos interesándose por lo que me pasaba. Como sabéis los que me conocéis, llamar la atención de esta manera, rodeado de más de 300 impaleros es lo último que me pueda apetecer, pero..... En esto llegan los sanitarios de la ambulancia de la organización, a quien alguien les ha avisado, les hago caso a ellos y a los doctores y hala, a la ambulancia. Al menos ahora estaba estirado sin que me viera nadie. Control de presión (la mía claro), pulsaciones, nivel de azúcar, temperatura, nada, todo perfecto menos yo.

Julián, Nacho, Pepe y Jose Mª diciéndome que tranquilo, que no me preocupe, que si quiero esperarme un rato más que lo haga, y yo sufriendo porque se están perdiendo la salida; mientras los profesionales me recomiendan que me vaya a casa a descansar. A todo esto me había perdido la sesión fotográfica y ya estaba arrancando la expedición. Me dan un Primperán y no voy a decir que me dejó como nuevo, pero fue un buen chute.
Parada Impalera

Cuando salgo, aquello parece un éxodo, 340 motos abandonando la plaza en tropel dentro de una nube de humo, y unas pocas paradas en toda la explanada, mientras casi solo quedamos los de la orquesta del Titanic: Julián, Nacho, Pepe, José Mª y yo. No importó, porque al final la música sonó muy afinada.

Joan iniciando la ruta en medio de una nube de humo

Hoy se que el fin de semana hubo un brote de virus de esos que te ataca el estómago y que cayeron unos cuantos como yo, aunque tampoco me habría extrañado que fuera otra cosa, cuando la mayoría somos más “clásicos” que nuestras ídem y llevamos una vida más o menos estresada.
Bromas aparte, cuando uno se encuentra mal (y lo que me pasó es un tema menor) estar bien acompañado es importante y yo estuve MUY BIEN acompañado. El caso es que el Dr. Domínguez aportó un dictamen inapelable: “.... no si ya decía yo que un bultaquero en una impalada no era buena idea ...”, aquello me hizo acelerar el pulso (más bien encender) y se activó el modo de “energía de reserva”, que estiré hasta el final del día. Reconozcamos que el Dr. Domínguez sabe como estimular a sus pacientes.
Una vez acabados, por suerte, los desajustes personales, que no los de las motos, que no fallaron, empezamos de verdad la Impalada.

Arrancamos los últimos, justo delante del camión escoba y la ambulancia (que a mi no me venían mal por si acaso) y acompañados de unas 15 motos más. Salimos hacia el Paralelo sin ver ninguna señalización, de repente uno de los que iban delante dice que sabe el camino, me puse a su lado y le pregunté “Estás seguro de saber por donde ir”, si, si, perfectamente contestó ufano. Seguimos, al llegar al Paralelo, tira Entenza hacia arriba, me vuelvo a poner a su lado y se lo vuelvo a preguntar, y lo mismo. Menos mal que a los pocos metros apareció “Sant Pep Itchart”, patrón de los impaleros, que nos acompañó hasta la salida de Bcn. Sin darnos cuenta al ir en grupo, el “sabiondo” se puso otra vez a liderar las huestes, y cuando nos apercibimos nos ha vuelto a llevar por una ruta equivocada. Al final, se puso delante Julián y con su GPS nos llevó otra vez a la senda correcta. El “sabiondo” siguió trazando su ruta y en un cruce se perdió, pero esta vez el solo. Mientras íbamos a reunirnos con el resto, yo que iba en la cola y veía todas las motos en fila, no pude evitar sonreír pensando en que era un cordobés afincado en Madrid, el que nos estaba guiando a los demás en nuestra tierra  hasta el sitio correcto.

Llegamos al punto de reagrupamiento de Ullastrell, donde esperaba un surtido de pica-pica, bocadillos, bebidas, etc.

Julián y José Mª a la llegada a Ullastrell

Encuentro con más amigos y conocidos, como Jaume D, sonrisas, buen ambiente. A partir de aquí todo fue “bufar i fer ampolles” (literalmente: soplar y hacer botellas; en realidad se traduciría por “pan comido”).

Punto de reagrupamiento de Ullastrell

Al fondo José Mª, José Antonio y Jordi, en primer plano Pepe y Fernando

Reemprendemos la marcha

Salida de Ullastrell, ahora empezaba lo mejor

Durante todo la ruta, los miembros del MCI, que señalizaron el viernes los 200 km de recorrido, aparecían en cruces, desvíos, etc. para supervisar que todo iba bien.
Las carreteras eran todas secundarias, con muchas curvas y poco tráfico (excepto el nuestro claro). Se forman grupos más o menos numerosos y en general, excepto algunos imbéciles (los hay en todas partes y de todos los colores) que quieren demostrar no se qué, la marcha es tranquila. Si quieres ir más ligero, te pones con los de delante (que de este modo van todos al mismo ritmo), si prefieres llevar otro marcha más lenta, te retrasas. A partir de Ullastrell formamos nuestro grupo Julián, José Mª, Pepe, Nacho y yo. A estas alturas, ninguno de nosotros tiene que demostrar nada, así que nos dedicamos a  hacer lo que habíamos venido planeando desde hacía semanas: sencillamente, disfrutar de la moto.
Es increíble la sensación de rodar escuchando continuamente el petardeo característico de las Impalas, porque cuando tu cortas, otro está abriendo, es una música de fondo permanente.
El recorrido pasaba por Vacarisses, El Borrás, Marganell; a la salida de Manresa, empecé a oir los aros, había que poner reserva, comprobamos nivel de depósito y decidimos parar en la próxima gasolinera, ¡que ocurrencia más original¡, jamás había visto tanta gente y motos en una gasolinera, allí estábamos más de 100 motos esperando a repostar. Fue otra especie de reagrupamiento, en el que seguimos saludando amigos y comentando la jugada. Hago caso al Dr. Robusté y tomo algo con azúcar.

Llegada al repostaje, Fernando y la Texas

Respostaje, Eugeni y José Mª, Fernando y Guillermo

Julián, Fernando, José Mª y Nacho, al fondo Joan

Los cinco mosqueteros hacemos una votación sobre continuar con el recorrido largo o tomar el primer atajo previsto por la organización. Atendiendo a que no estoy en plenas condiciones, se aprueba por mayoría tomar el atajo (¿os vino bien a más de uno, eh?). Al llegar a Mura, Nacho sugiere parar a tomar algo, como excusa de su 60 cumpleaños del día siguiente. Que lejos quedan aquellos ímpetus juveniles, todos secundamos la idea. Precisamente, Vicente, a quien me encontré en la salida, fue quien junto con Tito nos llevo a Mateu y a mí a nuestro primer trial con cara y ojos, organizado por el Moto Club Cingles de Bertí (los de los Tres Días). Después de la primera vuelta decidieron que era el momento de parar y meterse entre pecho y espalda una butifarra con secas; yo alucinaba ¡en mitad de un trial¡. Bueno la Impalada no es una competición, pero con los años cambias un poco el punto de vista. La parada en el precioso pueblo de Mura, donde cada año se hacía un trial de raigambre, estuvo genial.

Parada antes de entrar en Mura, delante Nacho y Pepe, al fondo Fernando y José Mª

Descanso en Mura: José Mª, Julián, Nacho y Pepe

Pepe, Fernando, José Mª y Julián; merece la pena volver a Mura.

Después de Mura, tomamos el desvío que nos llevo por una carretera que atravesaba el Parque Natural de Sant Llorenç de Munt, donde antaño se celebraba cada año la prueba del Campeonato de Europa de Trial, luego Mundial, que en unas cuantas ocasiones había seguido en moto. Un paisaje espectacular, una carretera fantástica, muchas curvas, buen asfalto y solos, mejor imposible. Al final de la bajada Terrassa y el restaurante donde se hacía la comida. En la mesa coincidimos con Oriol, un cliente con quien en Bcn, ya nos habíamos identificado como amantes de clásicas y José Antonio, un amigo de Rogelio, a quien por cierto no ví, y que según me cuenta Eugeni, sabe mucho de mecánica.
Durante la comida, salió uno de esos temas recurrentes en estos casos, el del tipo y porcentaje de aceite que le pone cada uno a su moto. Después de escuchar los razonados comentarios técnicos (2%) de Julián y Nacho sobre un tema que ambos dominan, Pepe dijo la suya y a los dos primeros de poco les caen los palos del sombrajo. La fórmula es bien sencilla: 3%, estripada periódica para quema de carbonilla y "cap problema".
Dado que no tenía mucha hambre, ni ganas de montar el tercer número del día, ahora dentro de un comedor con 300 personas, preferí esperar a comer algo al llegar a casa, por si acaso. Cuando empezaron a traer el primer plato, un gazpacho deconstruido y le dije al camarero que no iba a comer, se me indicó que tenía que decir que sí. Entre Pepe y José Mª deconstruyeron al 50% todas las viandas que fueron trayendo: gazpacho, ensalada de queso de cabra, solomillo, mouse de chocolate, pastelillos; dejaron todos los platos limpios como una patena. Por lo visto ir en Impala da hambre.

Pepe y Nacho

Al final de la comida comenzó el reparto de premios, y allí con todo merecimiento entregaron a José Mª y a Julián sendas placas por su acrisolado amor por la marca y por la Impalada XL que habían hecho. Viendo las caras que pusieron y la tonalidad de la piel, puedo asegurar que les cogió totalmente por sorpresa y les abrumó de satisfacción.

Julián con una placa como la que recibió José Mª

Estas son las mudas copartícipes del premio recibido, aquí totalmente empapadas en agua después del jueves lluvioso que les tocó pasar.

Nos despedimos y vuelta a casa recordando lo pasado durante el día. Considerando todo el trajín de gente y motos de la Impalada, pienso que hubiera preferido llegar antes, con más tiempo, pues hubo amigos con los que casi fue hola y adiós, pasear más entre las motos que vinieron, etc. En cuanto a la organización hay que sacarse el sombrero, teniendo en cuenta que además son todos voluntarios que sacan de no se donde ese preciado y escaso bien llamado tiempo para montar este evento. Quizá faltó algún indicador en la salida de Bcn (aunque puede que en las circunstancias en las que salimos se nos pasara verlo) y en la visita al Museo de Terrassa (por lo que me han contado), pero esto solo se puede formular como sugerencia o comentario, nunca como queja.
Al llegar me quedo mirando un rato la moto de Nacho, ha sido una buena jornada, rodeado de montesistas (... no son mala gente, ja, ja). NO, ha sido una buenísima salida en moto, rodeado de amigos, algunos de ellos como Julián y José Mª a los que vemos mucho menos de lo que nos gustaría (y no por su culpa), de la que todos hemos quedado encantados y que nos ha provocado eso que solo sucede cuando disfrutas de verdad (bueno y cuando sale mal, al cabo de un rato también), que es una tremenda hambre de moto y ganas de volver a repetirlo otra vez.

Fin de trayecto

Se acabó la batería y la reserva de energía ....................

Postdata: Cuando esto escribo, Pepe, todo un descubrimiento para el resto de mosqueteros excepto Nacho, ha tenido una brillante idea para reducir el ansia que produce el hambre de moto .....

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